jueves, 14 de enero de 2010

Deseos de noches viejas

-somos uno en dos partes
que sufren por su cuenta-
,

Yo no sé de donde te conozco, le digo al humo del cigarrito que me acompaña a recibir el año (porque retrato tuyo no tengo); he comido mis doce uvas y recuerdo la primera vez que pedí por ti, una de aquellas en mi boca, con tu nombre; la segunda vez que pedí por ti, una de ellas en mi vagina, con tu nombre; la tercera vez que pedí por ti, una en mi vagina, otra en mi ano… Te lo dije, siempre lo supiste y te emocionaste. Cada año esperaba recibir contigo el siguiente...
Pero ya me ves, aquí sola, yo, con mis doce uvas y un cigarro…

Como si el amor fuera más que una idea, un sentimiento, la totalidad de la creación… él amor… amor… tal vez sólo sea un absurdo…

Pero así nos mantiene, como único hierro al que nos aferramos, él único hierro que nos queda; sin él… no sé, el suicidio, la sinrazón (si, si, me estoy justificando, como si no viviera toda yo en una sinrazón).

¿Qué se pide tras tres años de clamar un mismo nombre?

No sé… tengo tantas cosas que pedir: la aceptación, la compañía, la lucidez… un beso… uno bien intencionado, claro…

Porque a demás tengo, de las pocas supersticiones que me cargo, la creencia de que lo que pido la noche vieja, se me cumple; cuando pedía no saber de ti, y lo pedí por muchos años, no aparecías, no te conocía, no te atravesabas en mi camino. Pero el año que pedí por ti, apareciste, así de voraz, así de violento, así como todo lo que tú sabes…

Nunca he pedido que te vayas

…Y se acabó el cigarro… pero no enciendo otro, porque he estado muy enferma de la
garganta. Me tiendo en el sillón, sólo pensando, tantas cosas que piensan las personas solas las noches de navidad y año viejo… tonterías…

¿Qué puedo pedir?
¿O desperdiciar la oportunidad?

Tanto que pedir, todo tan gastado y tan patético, tan desesperanzador, si tengo que pedirlo es porque no lo tengo y que además estoy a expensas de una caridad lejana y ajena.

De cualquier manera ya sé que nombre tienen mis uvas.

…las doce y todo sereno…

1. ¿Pediste tú por mí?
2. Nunca he sabido que pides, si es que pides cada año o si lo has hecho por mí.
3. ¿Qué tanto de lo que me has dicho es cierto?
4. ¿Por cuales frases debo llorar?
5. ¿En cuales debo regocijarme?
6. Quizás no tenga razón para regocijarme
7. Un tapete tiene más dignidad
8. Si pudieras escucharme
9. Pero a veces es imposible que escuches
10. A mí también se me dificulta escuchar
11. El próximo año contigo… ¿es mi deseo?

¡No!

12. ¡Por favor, por favor, por favor!
O su perdón o su completo e inapelable rechazo.

Yo no sé de donde te conozco; yo no sé porque…
desesperadamente algo nuestro se busca
sin ayuda de nada algo nuestro se encuentra
Gloria Fuentes



Cuando el amor no dice la última palabra
Gloria Fuentes

Cuando algo nuestro intacto
se funde y me confunde
-somos uno en dos partes
que sufren por su cuenta-,
desesperadamente algo nuestro se busca
sin ayuda de nada algo nuestro se encuentra.
La unión se realiza,
la ausencia no atormenta,
el dolor se desmaya,
el silencio se expresa
-cuando el amor no dice
la única palabra
está escrito el poema-.
Alto profundo es esto que nos une,
esto que nos devora y que nos crea;
ya se puede vivir
teniendo el alma
cogida por el alma
del que esperas;
pena es tener tan sólo una vida
-sólo una vida es poco
para esto
de querer sin recompensa-.

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